jueves, 5 de septiembre de 2013

En tierra de Txantxikus

La villa de Oñate, aquella que fuera señorío y condado durante muchos siglos, desprende por cada uno de sus rincones, carácter y fuerza. 
Iglesia de los Agustinos




De gente amable, rica gastronomía y clima que invita al disfrute y al paseo, todo aquel que recorre este precioso espacio natural se da cuenta de que Oñate es una joya, con solera y personalidad.





Hay mucho que ver en este pequeño valle.  Uno de los lugares que el visitante no debe dejar de visitar es  La Universidad Sancti Spiritus, monumento identificador de Oñate que fue la primera universidad en instituirse en el País Vasco y la segunda en España. 

Universidad Sancti Spiritus (Oñate)
La fachada principal de este edificio de estilo renacentista, está repleta de imágenes y símbolos. En su interior alberga un precioso claustro y llaman la atención los artesonados de inspiración mudéjar, sobre todo el que cubre la escalera por la que se accede a la primera planta del claustro.



Claustro  Iglesia San Miguel Arcángel

Cruzando el pequeño jardín que hay frente a la Universidad, nos encontramos con uno de los tres ríos que nacen en esta pequeña villa (el río Ubao), cuyo cauce pasa por debajo del claustro de la Iglesia Parroquial de San Miguel Arcángel. La iglesia, es conocida principalmente por su torreón y por el retablo del altar mayor, obra de Juan Bautista de Suso.





Paseando por sus calles empedradas conocemos un poco más de este pedacito del País Vasco, de su cultura y de sus costumbres. 
Parte de fachada C. Consitorial
Nos sorprende la variedad de estilos artísticos que se pueden encontrar adornando la ciudad.
La Casa Consistorial (Noble edificio del Barroco de 1778) es uno de ellos, a espaldas de la Iglesia Parroquial de San Miguel Arcángel. 


Plaza Santa Marina
La Plaza de Santa Marina, delimitada por grandes tilos, es otro lugar que recoge las características de la sociedad burguesa de la época. 
La rodean los Palacios,  de Antia y Madinabeitia y de Baruekua, hoy convertido en la hermosa y moderna Casa de la Cultura.



Monasterio de Bidaurreta





Igual mención merece el Monasterio de Bidaurreta, edificio que muestra una curiosa mezcla de estilos (gótico, renacentista y mudéjar) y cuyo campanario luce más hermoso en el atardecer de Oñate.





Otra visita ineludible es la de la Casa-Torre de Zumeltzegi, lugar desde el que no sólo se puede ver todo Oñate sino prácticamente todo el valle. 
La torre, antiguamente la casa de la familia López de Guevara (Condes de Oñate), es en la actualidad un moderno hotel en cuya entrada principal se conserva el suelo original en forma de tablero de ajedrez del que parte la historia (más bien leyenda) de los txantxikus o ranas en castellano, que es el apelativo con el que se conoce a los oñatiarras. 


Vista de Oñate desde la Torre Zumeltzegui

Sin embargo, no podemos decir que hemos estado en Oñate sin haber visitado el Santuario de Arantzazu
Santuario de Arantzazu

A diez kilómetros de Oñate, en plena montaña, se ubica este monasterio y su basílica dedicada a la virgen, que a lo largo de los años ha sufrido cambios fruto de diversos incendios casuales o intencionados. 
Vista Torre campanil S. Arantzazu



En 1951, en lugar de reformarla, se decidió hacer una basílica nueva y más moderna, que reflejara una mezcla entre lo religioso y lo vanguardista. Y así se alzan en plena naturaleza las torres de la fachada y el campanil cubierto de miles de puntas de diamante calizas (en referencia a la púas del espino).  



Friso de los 14 Apóstoles. Santuario de Arantzazu

De estilo provocador para su tiempo, llama la atención el friso de los 14 apóstoles y la Piedad del artista vasco Jorge de Oteiza, las puertas de la basílica con asimétricos dibujos geométricos de Eduardo Chillida,  el retablo de 600 metros cuadrados de madera de Lucio Muñoz,las vidrieras del franciscano donostiarra Javier Álvarez de Eulate y las pinturas de la cripta de Néstor Basterrechea



Retablo del Altar Mayor



Reconocida internacionalmente, esta obra atemporal, que no deja indiferente a nadie, es la última parada por el Alto Deba y punto de referencia de una de las más bonitas poblaciónes de Guipúzcoa, Oñate.


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